Durante una temporada difícil, empecé a escribir un diario sin ninguna pretensión. No buscaba hacer literatura ni compartirlo con nadie. Solo necesitaba vaciar lo que tenía dentro. Y poco a poco, sin darme cuenta, fui encontrando en las palabras un refugio, una brújula y una forma de escucharme.

La idea de Letras del Camino nació mientras hacía el Camino de Santiago. Caminaba en silencio, sin auriculares, con tiempo para pensar y sin ninguna prisa. Fue entonces cuando se me ocurrió: ¿y si pudiera crear un espacio donde otras personas también pudieran escribir, reflexionar y sentirse acompañadas? Un lugar sencillo, sin juicios, donde lo importante no fuera hacerlo “bien”, sino hacerlo desde uno mismo.

La escritura me ha ayudado a conocerme mejor, a entender mis emociones, a soltar lo que me pesa y a expresar lo que a veces me cuesta decir en voz alta. También me ha servido para analizar lo que leo o veo, para dar forma a ideas que me rondan por dentro, y para entender el mundo con algo más de calma.

Aquí no vengo a dar consejos ni a enseñar desde ninguna cátedra. Solo comparto lo que a mí me ha servido. Me gustaría que esta web fuera eso: un espacio donde puedas escribir sin miedo, leer a otras personas y sentir que no estás solo. Que aprendas a escucharte mientras escribes, y que te tomes ese rato como un regalo.

A veces pienso que escribir es como sentarse junto a una hoguera. No hace falta que hables todo el tiempo. Basta con estar. Con mirar el fuego. Con dejar que algo en ti se ordene solo.

Ojalá aquí encuentres algo de ese calor.