Desde pequeños buscamos apoyo en los demás, pero hay una compañía que nunca podemos perder: la nuestra. Sin escucharnos ni cuidarnos, ninguna relación puede llenarnos del todo. Estar contigo mismo no es soledad, es raíz.
La frase central de esta reflexión lo expresa así:
“Estar contigo mismo no es soledad, es raíz.”
Imagina a alguien que siempre busca la validación externa antes de tomar decisiones. Aunque recibe consejos y compañía, siente un vacío constante, porque lo que realmente le falta es escucharse a sí mismo. El día en que decide escribir en su diario, no busca respuestas perfectas, sino un espacio donde escuchar lo que lleva dentro. En ese gesto simple encuentra fuerza para relacionarse con los demás de manera más auténtica.
Piensa un momento:
¿De qué manera cultivas tu propia raíz antes de compartirte con otros?
Escribir sobre ello puede ayudarte a reconocer cómo te sostienes desde dentro. Puedes anotar tu reflexión en un cuaderno personal o compartirla en los comentarios. No se trata de lo que escribes, sino de lo que descubres mientras lo haces.
