Lo que temes a veces no ocurre porque estaba escrito, sino porque lo alimentaste creyéndolo.
Esta frase lo dice con claridad:
“Lo que temes a veces no ocurre porque estaba escrito, sino porque lo alimentaste creyéndolo.”
Eso es la profecía autocumplida: cuando una idea, repetida en tu mente, empieza a guiar tu forma de mirar, de actuar y de relacionarte, hasta que termina siendo real. Lo que crees sobre ti y sobre los demás abre caminos, o los cierra. Por eso es tan importante prestar atención a la historia que te estás contando.
Y ahora, antes de seguir, piensa:
¿Qué creencia tuya podría estar impidiendo que vivas con más libertad?
Un ejemplo sencillo: alguien que siempre creyó que “no era lo bastante bueno” para hablar en público. Ese pensamiento le hizo evitar oportunidades, callarse en reuniones y quedarse atrás en su trabajo. Cuando decidió probar, aunque con miedo, descubrió que su voz tenía valor y que lo que creía no era una verdad, sino una trampa.
Escribir algo así en tu diario puede ayudarte a detectar esas creencias que te limitan y a darles un nuevo sentido. Puedes compartir tu reflexión en los comentarios o guardarla en tu cuaderno personal. No se trata de lo que escribes, sino de lo que descubres mientras lo haces.
