A veces creemos que al soltar un vínculo hemos fallado, pero lo cierto es que el verdadero fracaso está en sostener lo que ya no da vida. Terminar no es perder, es reconocer que el amor también necesita dignidad y verdad.
La frase central de esta reflexión lo expresa así:
“El amor no fracasa cuando termina. Fracasa cuando se prolonga sin sentido.”
Imagina a alguien que se aferra a una relación que ya perdió su esencia. Los días se llenan de discusiones o silencios incómodos, pero sigue ahí por miedo a aceptar el final. El día en que se atreve a soltar, no lo vive como una derrota, sino como un acto de dignidad: abre espacio para sanar, reencontrarse y volver a elegir con libertad.
Piensa un momento:
¿Qué parte de tu vida sostienes aunque ya haya perdido su sentido?
Escribir sobre ello puede ayudarte a reconocer qué merece seguir contigo y qué es momento de dejar ir. Puedes guardarlo en tu cuaderno personal o compartirlo en los comentarios. No se trata de lo que escribes, sino de lo que descubres mientras lo haces.
