En nuestra rutina, muchas veces nos dejamos arrastrar por lo urgente, aunque no siempre sea lo esencial. Reuniones, tareas, pendientes… ocupan tanto espacio que olvidamos preguntarnos qué es realmente valioso.
La vida cambia cuando nos detenemos y nos hacemos una pregunta sencilla: si el día tuviera solo 21 horas, ¿qué quitarías y qué conservarías? Esa reflexión nos lleva a lo que de verdad sostiene nuestro bienestar: la salud, los afectos, la calma interior.
La frase central de esta reflexión lo expresa así:
“Cuando el tiempo se acorta, descubrimos lo que de verdad importa.”
Imagina a alguien que siempre llena su agenda de compromisos, creyendo que así aprovecha mejor el tiempo. Un día, frente al cansancio y la falta de espacio personal, se da cuenta de que su vida no necesita más actividades, sino más presencia. Empieza a priorizar los momentos simples: una caminata, escribir en su diario, una charla tranquila. Y en esa elección encuentra más plenitud que en la prisa.
Piensa un momento:
Si el día de hoy solo tuviera 21 horas, ¿qué quitarías que no es esencial para tu salud, tus responsabilidades o tu felicidad?
Escribir sobre ello puede ayudarte a reconocer qué cargas sobran y qué merece permanecer en tu vida. Puedes anotarlo en tu cuaderno personal o compartirlo en los comentarios. No se trata de lo que escribes, sino de lo que descubres mientras lo haces.
