A veces creemos que la amistad se sostiene solo si ponemos esfuerzo, pero no siempre es así. Hay relaciones que se alimentan solas y otras que solo permanecen porque uno insiste demasiado. Y cuando dejamos de forzar, aparece la verdad: quién estaba de verdad y quién solo ocupaba un lugar vacío.
Esta frase lo dice con claridad:
“Dejé de insistir y descubrí que el amigo era yo, no ellos.”
No se trata de reproches, se trata de aprender a mirar con claridad. A reconocer que a veces damos más de lo que recibimos y que eso no nos hace menos valiosos, sino más conscientes de dónde sí hay reciprocidad y dónde no.
Y ahora, antes de seguir, piensa:
¿En qué relación te diste cuenta de que estabas dando más de lo que recibías?
Puedes dejar tu reflexión en los comentarios y, para seguir practicando la escritura reflexiva, acompáñame y quédate cerca.
Escríbelo si te ayuda. Guárdalo si lo necesitas. Compártelo si lo sientes. No para otros, sino para ti, para no olvidarte.
